miércoles, 11 de noviembre de 2015

Peeling Cosmético

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¿Qué es un peeling?

El objetivo de este tratamiento (una especie de microdermoabrasión) es pelar la piel para renovar las capas superiores de la epidermis. Funciona más o menos como una exfoliante, pero el resultado es muy superior. Sin embargo, y al contrario que las exfoliantes o la microdermoabrasión, el tratamiento se realiza mediante un proceso químico con ácidos. 

Trata las manchas, algunas cicatrices, las cuperosis y también las pequeñas arrugas. Al descamar la piel se reduce el espesor de las capas superiores y el tono se vuelve mucho más resplandeciente. El hecho de pelar la piel reactiva la producción natural de colágeno, de modo que se forman nuevas células y el rostro luce mucho más fresco y tonificado.

Antes del tratamiento: la preparación de la piel

El peeling químico, a diferencia del “casero”, que es tan suave que podemos realizarlo en cualquier momento, exige una preparación de la piel. Para ello el médico nos recetará unas cremas y en las sesiones controlará el tiempo de acción del producto sobre nuestro rostro para que el resultado sea completamente homogéneo y no haya riesgo de quemaduras.


Tres niveles de peeling

Hay tres tipos diferentes de tratamiento: el suave, el medio y el fuerte. 

-El suave: daremos más resplandor al rostro. Sólo actúa sobre las capas superficiales de la piel y el resultado es una faz más luminosa, con los poros cerrados y sin imperfecciones. Con el tratamiento se pela la piel pero a un nivel muy poco profundo. Es una técnica que también se recomienda para tratar problemas de acné. Tras una intervención de este tipo podemos retomar nuestra vida diaria con total normalidad. Se aconseja someterse a 3-6 sesiones de 20-30 minutos cada 10-15 días. 

-El medio: se aplica en aquellas personas que quieran tratarse las arrugas, las patas de gallo o demás imperfecciones. El resultado: ¡rejuvenecimiento garantizado! Después de la sesión, tendremos la sensación de haber sufrido una insolación. La piel se broncea durante los días posteriores al tratamiento, de ahí que sea aconsejable tomarse 2-3 días de baja para garantizar que las costras que se han formado desaparezcan correctamente. La descamación se difumina al cabo de una semana. El médico nos recetará unas cremas cicatrizantes. Se aconseja someterse a una sesión de 30-45 minutos (o a dos como máximo).

-El fuerte: debido a la alta concentración de ácidos se recomienda en raras ocasiones. El resultado es mucho más profundo y la producción celular, mucho más intensa. De ahí que este tratamiento sea más fuerte que los dos anteriores. En este caso el médico opta por hospitalizar a la paciente y en ocasiones se aplica anestesia general. La baja, en lugar de 2-3 días, se extiende a dos semanas. Parece que el rostro esté en carne viva y es posible que aparezcan hematomas. Al tratarse de un tratamiento bastante más fuerte, la piel necesita tiempo suficiente para regenerarse por completo. De modo que el resultado definitivo no lo veremos hasta pasados unos seis meses. A pesar de todos estos contratiempos, el resultado es más que visible. No obstante no se recomienda en pieles mestizas, negras o asiáticas, pues corren el riesgo de sufrir una despigmentación.

Sea cual sea el tratamiento que decidamos escoger, no podremos exponernos a rayos UV y tendremos que aplicarnos una crema solar de protección elevada.

Este tipo de cuidado facial también se desaconseja en personas con afecciones cardíacas, diabetes, insuficiencia renal, problemas en el sistema linfático, cutáneos (herpes, eczemas, etc.) y, por supuesto, en mujeres embarazadas.


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